¡Sorpresa, sorpresa!

¿A qué viene tanta sorpresa porque un político haya estado robando durante décadas? O es que la sorpresa llega porque lo ha reconocido públicamente y a los demás se le ponen de corbata por las consecuencias que esto pueda tener.

¡La justicia es igual para todos! Así, sin pasar por la casilla de salida y nos lo tenemos que creer. Somos gilipollas. Tenemos, a ojos de la opinión pública mundial, el sistema más corrupto del planeta. Pero no lo tenemos desde hace unos meses, no. Lo tenemos desde hace más de 30 años, tiempo en el que nuestros políticos han estado expoliando el país como si el dinero no fuera a acabarse nunca. Comisiones, facturas falsas, cursos inexistentes, despidos falsos subvencionados... un sin parar.

A ver quien puede explicarme cómo, por ser político, se es dueño de una casa de varios millones en una isla caribeña, o un ático de 700.000 euros, o una cuadra de caballos de carrera. Seguramente se lo han ganado con el sudor de su frente. Las cosas que salen a la luz son la punta de un iceberg muchísimo más grande que todos consentimos pagándoles un sueldo, que ellos mismos se ponen y con muchos extras.

Cuando digo "políticos" hablo de esa casta superior de semidioses de las altas esferas, porque del concejal o el alcalde que no cobra, que se mete en esto de la política, imagino que por trepar posiciones en su partido y por los "favores" de sus vecinos para llegar a la categoría de semidiós, hoy no digo nada.

Lo que tenemos es una representación, para ellos vitalicia, de lo que somos. ¿Por qué no aparece un grupo de políticos dimitiendo en bloque por no querer pertenecer a ese colectivo y sentir como son señalados con el dedo y acusados de ladrones? Seguro que alguno honrado hay, pero se esconden bien. Tener la vida resuelta, y más en estos tiempos, es un lujo y hay que ser muy valiente y honesto para renunciar a él.

Tenemos que aguantar modelitos y gente morena saliendo en televisión para decirnos que las cosas van bien, que están mejorando, cuando hay millones de personas que no podemos ni pensar en vacaciones y otras que no tienen ni para comer. Esa gente que sale y figura está ahí porque, con nuestros impuestos, pagamos sus sueldos, dietas, despachos, coches oficiales, teléfonos, secretarias y otros privilegios inimaginables para alguien que no sea consejero delegado de una multinacional con buenos beneficios. Yo mismo fui director y responsable en la empresa privada, responsabilizándome de proyectos multimillonarios y, estúpido de mí, nunca pedí una comisión... ni siquiera un favor. Tengo principios y esas cosas ni se me pasan por la cabeza.

Creo, y este es el quid de mi reflexión, que estamos gobernados por dos tipos de políticos: A los primeros los voy a llamar LATIFUNDISTAS. Son aquellos que se creen que España es su patio de recreo y que pueden campar a sus anchas porque todos estamos a su servicio. Son los caciques que se reparten el "pescao" a manos llenas, tal cual pasaba antes. Los segundos son los RESENTIDOS que piensan que están en su derecho de entrar en el reparto porque antes no tenían libertades y ahora tienen todo el derecho del mundo a coger lo que creen que les corresponde. Así que casi cuarenta años después de enterrar al dictador y de tener una sociedad que mayoritariamente no lo conoció, seguimos bajo la influencia del franquismo y los problemas no se van a solucionar depositando ninguna confianza en unos "anti-sistema" que se apuntan al propio sistema y a su correspondiente parte del reparto.

Ayer mi padre me sorprendió con un pensamiento, con el que termino: "Hijo, este mundo demuestra su imperfección 365 días al año y dudo mucho que los más jóvenes tengan un futuro diferente."