Estoy convencido de que, como yo, estás saturado de tanta especulación, opinión e información sobre todo lo que está sucediendo en Cataluña en los últimos meses. Sin embargo, y aunque me hubiese gustado escribir al respecto hace días, no he querido dejar pasar más tiempo para expresar mi opinión.
¿Que hay detrás de todo esto?
Mi personalidad descartiana me hace dudar de lo que parece evidente y dudo porque no me explico como nadie habla en profundidad de cómo hemos llegado hasta aquí, en lugar de explicar lo que está pasando y lo que va a pasar.
En este mismo blog he escrito en alguna ocasión sobre temas que tienen que ver con las consecuencias que estamos viviendo. En este artículo, por ejemplo, hablaba de la prepotencia de algunos personajes que pululan por nuestra política dándoselas de importantes.
En este otro artículo y sin que fuese, en realidad, la esencia del mismo, hacía alusión a las absurdas modificaciones del lenguaje a las que nos han sometido durante los últimos 35 años. No parece relevante, pero también se suma al sinfín de consecuencias que estamos viviendo.
Todos los que hayan leído un poquito saben que el nacionalismo nunca ha conseguido lo que perseguía, aunque sí ha provocado mucho dolor. La historia, sí, esa historia que no avala en absoluto la calificación de "históricas" a las autonomías que se lo han apropiado, nos habla de represión, exclusión, racismo, supremacía y muerte cuando habla de nacionalismo. Las dos palabras que más dolor han causado a la humanidad son nacionalismo y religión.
Hay una definición que dice: Nacionalismo es sentirse orgulloso por algo que no has hecho mientras odias a alguien que no conoces. Es una definición dura, pero, por lo menos, debería hacernos pensar.
Sin embargo, y por eso me hago la pregunta ¿Qué hay detrás?, nadie ha hecho nada en política para evitar llegar a la situación en la que nos encontramos. Todo lo contrario, se ha estado alimentando a un monstruo que no ha hecho nada más que crecer, a cambio de no crear mártires de tres al cuarto, de aprobar presupuestos y de mantener legislaturas gobernadas en minoría.
Hay varias cosas que me han pasado por la cabeza al ver lo que estaba sucediendo. Por ejemplo recuerdo al portavoz de turno del PNV diciendo que no sabían qué más pedir, que solo les quedaba que les dejaran acuñar su propia moneda, tras votar a favor los últimos presupuestos de Zapatero. Esos en los que, sabiendo que se iban, regalaron un iPad a todos sus diputados. O al señor Pujol respondiendo a la petición de algunos Guardias Civiles, que llevaban un montón de años viviendo en Cataluña que le pedían pasar al Cuerpo de Mossos de Escuadra, cuando este se creó y su repuesta fue que eso no era posible porque se "desnaturalizaba" al cuerpo. Esos son algunos de los recuerdos que me han venido a la cabeza y que muestran muchas pistas de lo que se estaba cociendo.
El fracaso de los políticos
Son ya demasiados años que los políticos nos han mostrado su incapacidad para gobernar España o cualquiera de sus partes, saqueando la riqueza del país en lugar de centrarse en sus gentes. Nos cuentan que todos somos iguales mientras que es diferente llenar el depósito del coche en una comunidad o en otra, o que es tremendamente diferente caer enfermo en una provincia o en otra. "Somos uno de los países más descentralizados del mundo" y lo dicen como si eso fuera la panacea de la política cuando, en realidad, tenemos uno de los gobiernos centrales más grandes y unos gobiernos autonómicos sobredimensionados, con competencias repetidas y miles y miles de funcionarios y asesores inservibles que engrosan la burocracia como en ningún otro sitio.
Tenemos un sistema electoral obsoleto e injusto, que nos hace diferentes, muy diferentes. Nunca se ha cumplido en nuestra democracia eso de una persona, un voto. Eso es falso y sabiéndolo nadie ha hecho nada, ni siquiera cuando se se ha contado de mayorías absolutas para hacerlo. Se ha preferido, y no tengo ni idea de por qué, seguir con la injusticia que otorga más diputados por votos geolocalizados que por votos totales.
La consecuencia es que, con el sistema electoral que tenemos, o se gana por mayoría absoluta o se necesita de las minorías para gobernar y a las minorías hay que darles algo a cambio de su apoyo y, si son nacionalistas, el error es mayúsculo. Esto ha sido así, de manera continuada, desde hace casi 40 años.
La prueba la tienes no solo en el ámbito nacional. Gobernar con la CUP y ERC en Cataluña tiene consecuencias. Ahora los de la CUP deben de estar muy contentos, ¿no?. Tienen casi todo lo que querían. Menos la república, que va a ser que no, han conseguido echar a los turistas y a las empresas más importantes de su "país". Un fracaso, como ya he dicho.
No hace falta entrar en detalles de quién va a ir a la cárcel y por qué. Ya lo vemos desde hace dos meses todos los días en la tele y hemos dejado de ver lo que pasa con el empleo, la corrupción y otros problemas importantes para los que les pagamos el sueldo a los políticos. Eso sí, los que fabrican banderas y pegatinas están haciendo un agosto inesperado, las cadenas de televisión contratando más publicidad y llenando espacios con este culebrón, generador de portadas de periódico a diario.
Ahora lo que toca es salir en la tele haciéndote el patriota y captando votantes. No, lo que debería tocar es hablar de un cambio de la ley electoral e inmediatamente después de cambiarla, preguntarnos a todos los españoles si queremos un país centralizado o descentralizado y actuar en consecuencia del resultado. A un país centralizado, menos competencias autonómicas y al contrario, un gobierno central mucho más pequeño. El caso es reducir la gigantesca burocracia que tenemos y reducir el gasto público.
De eso no se habla y por eso me pregunto qué intereses hay detrás de todo esto. Sospecho, no lo puedo remediar, porque mientras veo que ellos tienen la vida resuelta los demás cada vez lo tenemos más difícil, por ejemplo, habiendo comprado electrodomésticos más eficientes y cambiando todas las bombillas por luces de led, para pagar una factura de la luz cada vez más alta, entre otras cosas.
Un universo paralelo
Voy a hacer un supuesto alternativo a todo esto, para intentar ver la dimensión del problema: Imagínate que un gobierno de España, descerebrado y desleal se revela contra las leyes y decide, con el apoyo de la extrema derecha, que afortunadamente es anecdótica en España, decide unilateralmente expulsar a Cataluña del Estado. ¿Te imaginas?
Venga va, por 70 votos se declara unilateralmente que Cataluña ya no forma parte de España. Que en dos semanas tienen que tener su propia moneda, su hacienda, justicia, el control de su espacio aéreo, un sistema de defensa, sus compañías de gas, luz y comunicaciones y todas las infraestructuras necesarias para funcionar como una república independiente. Eso sí, tienen que devolver la deuda también en el mismo plazo.
Casi mejor no pensarlo ¿verdad? La consecuencias son evidentes en todos los ámbitos. No entremos en detalles.
Por eso tratar de hablar con quienes, de una manera enfermiza, se consideran mejores que los demás y están por encima de las leyes, es absurdo y no deberíamos haber llegado a este punto. Han habido muchas pistas durante los últimos 40 años para cambiar el rumbo y evitar chocar con el iceberg del nacionalismo, que ha rajado el casco de la democracia, hundiendo a la economía y a la propia sociedad.
Consecuencias
Antes de entrar en mis conclusiones quisiera decir una cosa con respecto a los medios de comunicación. Ya expresé mi opinión con respecto a lo que significa vivir en Madrid en este artículo. Por eso cuando dicen "Madrid" cuando quieren decir Gobierno Central, por muy televisivo que quede, están generando, si no odio, al menos conflicto entre personas. En Madrid no tenemos nada que ver con todo eso.
Todos hemos visto las consecuencias del "procés": Salida de empresas, bajada del turismo, etc. Así que no voy a entrar en más detalles. Lo que más me preocupa es que durante más de 35 años se ha estado generando un entramado social basado en el nacionalismo que, como he expresado antes, alimenta la confrontación, la exclusión social y el racismo, entre otras cosas, como la tergiversación de la historia o el abuso del idioma, generando mucha confusión y mucho dolor.
La crisis, esa que no se acaba nunca, justifica la existencia de grupos políticos que van contra el sistema. Yo también creo que el sistema se está muriendo, lo creo desde el momento en que el sistema financiero es el que ostenta todo el poder, pero no creo que sus métodos políticos nos conduzcan a ninguna parte y, por eso, no pienso que convertirlos en relevantes vaya a ser importante para la sociedad en ningún momento.
La consecuencia más importante es que dos millones de personas están convencidas de que viven en un nuevo estado sin que cambien sus vidas. Ya no son españoles, se lo han creído sin dudarlo y su frustración podría llegar a ser peligrosa.
Si no cambian las cosas esto volverá a suceder porque el camino está abierto y se le da más importancia a las posibles interpretaciones de la realidad que a la realidad en sí misma, siendo más importante lo que pasa en Twitter que lo que la política hace, porque fundamentalmente fracasa.
Tendría más cosas que decir, pero este artículo ya es suficientemente largo. Podría llenarlo de fotos, vídeos y "memes" que me han ido llegando por muchas partes, pero creo que así ha quedado bien. Deben cambiar algunas cosas profundas para que, durante los próximos años, y opino que van a ser décadas, los políticos no sean los protagonistas para darle ese papel a la política y los logros que esta consiga que, en definitiva, debería ser que los ciudadanos recuperemos la estabilidad emocional, social y que económicamente podamos vivir llegando a fin de mes.
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