Y no estoy hablando de altruismo o mecenazgo. Para esos conceptos hay una parte económica que manda y, tal vez, la satisfacción personal de hacer algo que se considere generoso. Estoy hablando de sentimientos. Sino ¿por qué se dice que uno de los más intensos dolores es el del amor no correspondido? Cuando amas a alguien quieres que ese alguien también te ame y eres capaz de dar hasta la vida para conseguirlo.
Pero no me voy a poner melodramático. No voy por ahí. Lo que pasa es que no hay día en el que no lea negatividad y la equivocación sistemática de hacer responsables a los demás de los fracasos propios. ¿Acaso lees por ahí que una marca comercial cualquiera se dedique a publicar que nadie le hace caso y que todo el mundo solo piensa en sus cosas y, por lo tanto, es egoísta? No, ¿verdad? Esa marca se dedicará a promocionarse como sea para tener más alcance y reconocimiento.
¡Qué bonita y frustrante palabra! Reconocimiento.
Si te embarcas en un proyecto que nadie te ha pedido, ¿por qué somos los demás los responsables de tu falta de éxito? Con esta reflexión y en todos los ámbitos, las redes sociales se llenan de mensajes negativos y se ensalza la radicalidad con mensajes del tipo: “si no piensas como yo, es que eres gilipollas”.
La decepción y la frustración son difíciles de manejar, ya lo sé, pero antes de descargar tu ira en una comunidad que no te ha pedido nada, piénsatelo y háblalo en persona con tu pareja, tus amigos, o con el psicólogo y deja de transmitir negatividad al mundo. Si consigues ver lo que tienes en lugar de lo que te falta, posiblemente te harás la vida más fácil y conseguirás más de lo que crees. Es tu aventura y, al que le guste, se pondrá a tu lado, pero el que no, no tiene ninguna obligación y, menos aún, ninguna responsabilidad.
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