MiniCV

Me dedico y me interesa la Informática Audiovisual, Postproducción, Tecnologías de la Información y la vida que me rodea.
Fotógrafo, Productor Audiovisual, Creador de Contenidos y Artista Multimedia que quiere expresar en este espacio, que es el tuyo también, sus reflexiones sobre la vida, con anécdotas, inquietudes o diversas cosas interesantes.
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21 de diciembre de 2013

Apaga el candil que atrae a los mosquitos...


A ver si lo he entendido bien.

Llevamos más de 40 años sin hacer un pantano y ninguno de los gobiernos democráticos ha tenido un plan hidroeléctrico diferente al de dar mucha cancha a los ecologistas, impidiendo la construcción de nucleares o de cualquier otra alternativa diferente al carbón, que es, paradógicamente, lo que más contamina y, además, tenemos ya poco. A cambio lo que tenemos es que subvencionar minas obsoletas y energías alternativas y más caras, además de comprar energía a otros países y enterrar los residuos radiactivos franceses en nuestros campos extremeños (supongo que a cambio de algo, que ahora no me viene).

Con nuestros impuestos rescatamos a los bancos que en su día decidieron invertir en humo (o en ladrillos de humo y bonos ninja) y que llevan una burrada de tiempo "saneándose". Con nuestros impuestos pagamos el salario de los "gestores" que no saben hacer otra cosa que demagogia barata con lo que sea, con tal de salir en la tele y seguir cobrando de nuestros impuestos. Con nuestros impuestos, los que se suponen que velan por los intereses de los trabajadores (pero que llevan más de 30 años sin dar palo al agua), se pegan unos homenajes de aúpa, se compran relojes y coches de lujo, se van de vacaciones a donde les da la gana, viajan gratis y de lo que sobra, les pasan pasta a sus amigotes. Con nuestros impuestos ya no llega para que se contrate personal sanitario y los hospitales no dan abasto, etc. etc. etc. etc...

En un equipo de fútbol profesional se cesa al entrenador si no se cumplen objetivos. En las empresas se cesa a los directivos que no alcanzan objetivos. En política nos han acostumbrado a que sean las mismas caras, siempre los mismos los que permanecen ahí, cobrando de nuestros impuestos. Y ¡no pasa nada!

Pues sí que pasa. Pasa que nuestros impuestos ya no dan más de sí porque hemos vivido como si fuésemos productores de petróleo durante más de 30 años. Estamos en el país que construye aeropuertos que nunca se van a utilizar. Vivimos en el país donde la necesidad de apoyo para la gobernabilidad de las minorías nos separa y genera tanto gasto que las calculadoras no tienen suficientes ceros. Vivimos en el país que sube los impuestos al mismo ritmo que crecen las colas del paro y de los comedores sociales. Vivimos en el país de los favores bajo mano y los maletines.

Sí que pasa. Pasa que nuestros impuestos no llegan para pagarlo todo y hay que pagar, subiéndolos más, del dinero que se debería usar para comer. Pasa que el consumo está muerto y, con ello, el motor de la economía. Pasa que para que nos den palmaditas en la espalda desde fuera, hay que sacrificar lo de dentro, cerrar negocios, sacar a los abuelos de las residencias para que la familia viva de su pensión, porque ninguno encuentra trabajo, vivir en el mundo del regateo y las subastas inversas o trabajar sin cobrar, solo por la esperanza de que, tal vez, así salga algo.

El Sr. Woody Allen dijo: "No tengo ni idea de cuál es el secreto del éxito, pero el secreto del fracaso es tratar de satisfacer a todos".

Llevamos (y digo llevamos porque somos nosotros lo que elegimos a los que nos gobiernan) más de 30 años con gobiernos que quieren contentar a todo el mundo, y eso es imposible. Y la prueba de que es un fracaso es que, todos esos años después, nadie, absolutamente nadie, fuera de los que cobran de nuestros impuestos, está contento.

Lo hemos conseguido: Al final, sí que pasa.

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